Geografía del Horror: Las Fosas Clandestinas que Puebla Prefiere Ocultar

En Puebla, el terror no solo se mide en estadísticas de desapariciones, sino en los cuerpos enterrados en la clandestinidad. Un paisaje de violencia se extiende por el estado, donde el hallazgo de fosas clandestinas se ha convertido en un macabro testimonio del horror que nadie quiere reconocer.

Puebla de Zaragoza, Pue.- Puebla esconde 41 fosas clandestinas identificadas entre 2018 y 2023. Los hallazgos incluyen 34 cadáveres sin identificar y 91 fragmentos humanos, dispersos en municipios estratégicos para la operación del crimen organizado.

Lugares como Izúcar de Matamoros y Huejotzingo han sido escenario de los descubrimientos más atroces: seis cuerpos en cinco fosas en el primer municipio y siete cadáveres con 58 restos humanos en el segundo. Quecholac no se queda atrás, con la localización de tres fosas donde se encontraron dos cadáveres. La geografía de Puebla está marcada por tumbas anónimas y vidas interrumpidas.

En los primeros meses de 2025, el número de desaparecidos en los municipios con más fosas clandestinas creció un 2 % respecto al mismo periodo de 2024. Las cifras de la Fiscalía General del Estado (FGE) revelan que entre enero y febrero de este año, 160 personas fueron reportadas como desaparecidas en municipios como Puebla, Izúcar de Matamoros, Huejotzingo, San Pedro Cholula y Quecholac.

La desaparición de personas no solo es un problema de cifras. El informe Impunidad en delitos de desaparición en México, de la organización Impunidad Cero, señala que, entre 2019 y 2022, Puebla solo logró dos sentencias en 487 carpetas de investigación por desaparición forzada y desaparición cometida por particulares.

Mientras las autoridades prefieren guardar silencio, los colectivos alzan la voz. El Colectivo Voz de los Desaparecidos de Puebla se sumó al luto nacional tras el hallazgo de un crematorio clandestino en Teuchitlán, Jalisco, operado por el Cártel Jalisco Nueva Generación. En el Zócalo de Puebla, activistas se congregaron bajo el Árbol de la Esperanza, exigiendo respuestas y acciones contra la impunidad.

María Luisa Núñez Barojas, fundadora del colectivo, denunció la indiferencia gubernamental ante la crisis de desapariciones. La Iglesia Católica se unió al reclamo, con Monseñor Francisco Javier Martínez Castillo pidiendo que las víctimas no sean reducidas a simples estadísticas. "Cada rostro ausente es una historia, una familia que espera respuestas", enfatizó en la Catedral de Puebla.

Las fosas clandestinas en Puebla son la prueba tangible de un problema que las autoridades se niegan a enfrentar. Los números reflejan una crisis humanitaria, pero detrás de ellos hay rostros, familias y un estado que, con cada nueva fosa descubierta, demuestra su fracaso en garantizar la seguridad de sus habitantes.

Puebla también es un mapa de desapariciones, un territorio donde el crimen entierra cuerpos y el gobierno entierra la verdad.

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